PROCESOS DE AULA; UN TEMA "TABÚ"
Hola a todas y a todos. espero que hayan tenido tiempo para digerir el artículo anterior en cual se proponían algunas sugerencias para empezar a descristalizar la sacrosanta escuela. Este nuevo trabajo, apunta a intentar dar un poco de claridad acerca de uno de los temas "tabú" en educación:
LOS PROCESOS DE
AULA, BASADOS FUNDAMENTALMENTE EN LA EXIGENCIA.
UN
DESESPERANZADOR PRESENTE.
En adelante, se considerará como procesos
de aula, el conjunto de relaciones que se dan, básicamente, entre los docentes
y sus estudiantes dentro del marco de la comunidad educativa. No se encasillan
dentro de las cuatro paredes del claustro, porque muchos de ellos trascienden y
ocupan el entorno familiar y social de los involucrados. De los tantos procesos
de aula que se dan en la cotidianidad escolar, nos ocuparemos básicamente de
aquello que la “lingüística educacionista” define como proceso enseñanza
aprendizaje, y que en la gran mayoría de las escuelas colombianas se concibe
como la transferencia de datos que deben ser “regurgitados” so pena de fracasar
en la empresa de ganar años. Dichos datos, se transmiten de forma ineficiente y
generan ineluctablemente, pasividad y otra multiplicidad de actitudes negativas
en el “sujeto” del aprendizaje. Este no cuestiona los conceptos, aprende a
memorizar, a repetir a creer que no puede
acceder al conocimiento, su aplicación y desarrollo sino es con ayuda del
maestro. Casi todos los procesos de aula involucran tareas, actividades
extracurriculares, ¿investigaciones?, calificaciones y ganar o perder el año.
Entremezclada como pieza fundamental en este complejo y cristalizado engranaje
campea la palabra EXIGENCIA, que más que un término, es la columna vertebral de
casi todos los procesos de aula. La exigencia se entiende como “él factor o
conjunto de factores que presionan a un individuo o grupo de individuos a
realizar un esfuerzo determinado” (Fisher 1984).
Se desprende de esta conceptualización, que la
exigencia se caracteriza por ser externa, por involucrar casi siempre una
recompensa, una amenaza o el miedo, y por venir de alguien con una autoridad y
poder incuestionables. La exigencia no puede considerarse negativa o alienante
hasta tanto no se profundice en la naturaleza de su origen, su intencionalidad
y las características de sus destinatarios. Algunas normas, reglamentos y
leyes, son exigencias que en su gran mayoría están diseñadas para mantener la
armonía y el bienestar de un colectivo social determinado. En esta medida,
sacan lo mejor de nuestras capacidades para analizarlas, aceptarlas y
cumplirlas sin que ello nos genere demasiado trauma.
Como negativas y traumatizantes, podemos determinar
todas aquellas exigencias que involucran autoritarismo, amenaza, recompensa, y
que están dirigidas a personas o grupos sin las capacidades adecuadas para
racionalizarlas.
Las exigencias, en apariencia inhumanas que buscan
seleccionar a los mejores y deshacerse del resto, tales como las realizadas en
los cuarteles, en algunas organizaciones deportivas o en colectivos
clandestinos, merecen capítulo aparte porque quienes las padecen, normalmente son
voluntarios mayores de edad y que en su gran mayoría “necesitan” una muy fuerte
presión externa para reaccionar adecuadamente. Sea como fuere, casi siempre
sucede que luego de una determinada cantidad y calidad de exigencia y de un
tiempo determinado, los mecanismos defensivos de algunos individuos entran a
protegerlo (casi sin que él lo note) convirtiendo esas fuerzas externas en un
proceso conocido como “auto exigencia” (que aparece asociado a algunos
aprendices de músicos, jugadores de consola, deportistas, atletas etc.) y que a
juicio de algunos investigadores es un regreso a la “motivación intrínseca”;
innata en los seres humanos con respecto a la adquisición de conocimientos.
La mayoría de quienes han trabajado en el “desarrollo
de la Psique humana” o en el desarrollo del conocimiento: Vasconi, Piaget,
lacan, Jung, Freud etc. Advierten sobre los riesgos de procesos basados en
exigencias, pues coinciden en plantear que todos los seres humanos nacemos con
la necesidad intrínseca e innata de aprender. Esa necesidad MOTIVA, IMPULSA,
MUEVE, a interactuar con el medio, para apropiárselo. Cuando esta acción es
exitosa, el placer que resulta de ello, nos anima; MOTIVA a continuar con la
actividad.
“Los patrones de aprendizaje temprano, preparan el
terreno para el aprendizaje de toda a vida. Si un niño o niña, comienza (como
casi todos) con una actitud positiva hacia el aprendizaje, entonces el patrón
puede durar toda la vida. Si por el contrario, el patrón de aprendizaje no es
bueno o está distorsionado por recompensas o castigos, el niño puede no
animarse a intentar determinados procesos” (Colt 1999).
Es fácil considerar entonces, que los problemas en
aprendizaje empiezan a surgir cuando aparecen las innecesarias y torturantes exigencias
asociadas a recompensas, castigos, que en la escuela toman forma de
calificaciones, sanciones, burlas, gritos, regaños etc. Que son la esencia de
los procesos de aula y que anulan o inhiben la sacrosanta MOTIVACIÓN INNATA E
INTRÍNSECA con la cual venimos equipados. Esa y otras razones asociadas a los
“procesos de aula” y al funcionamiento de la escuela, hacen que los niños
lleguen a sus aulas en la edad de los ¿Por qué? Y luego de unos 12 ó 13 años,
salgan en la edad de los ¡A mi qué! A mi
juicio; sólo la tremenda resiliencia de pueblo colombiano ha evitado que los
pocos estudiantes que culminan su bachillerato, vayan directamente a los
manicomios.
Parecería entonces que la deconstrucción de
los actuales procesos de aula pasa por la reflexión acerca de las imbricaciones
pedagógicas del término MOTIVACIÓN, para inventarse unos nuevos procesos donde
no se inhiba o destruya la motivación intrínseca e innata de nuestros infantes;
pero como decía Elena Dávalos Hoyos “es más fácil conseguirse una suegra
virgen”. Porque para lograr ese fundamental cambio, los docentes tendrían que
despojarse de “los discretos encantos del poder” heredados desde La Colonia.
- ü Los docentes más exigentes, son aquellos que menos dominan su asignatura, pues para ellos es más fácil exigir que orientar procesos. (Dubby Susan Dominguez, estudiante del grado décimo del Ateneo; Pradera)
- ü Algunos profesores piensan que su materia es el requisito indispensable para continuar respirando y se exceden en la exigencia, en las tareas y en la tiranía (Gian Carlo Céspedes, estudiante del grado noveno de la sede Santa Isabel, Pradera)
- ü El problema de aprender por miedo, o por una calificación es que cuando desaparecen el miedo y las calificaciones, uno olvida lo aprendido y no le quedan ganas de aprender nada nuevo. (Alba Marina Ceballos, estudiante del grado 11 de las Bethlemitas, Palmira.)
- ü Bastantes de mis compañeros, pertenecen a bandas delincuenciales; pero el discurso disciplinario de los docentes, sigue girando en torno a los uniformes.(N.N. del colegio ***E.)
Aunque queda la sensación de que faltó mucha tela por
cortar, no sería ético ni estético finalizar este aparte sin antes mencionar un
aspecto que por lo cotidiano y sutil, parece inofensivo para docentes y
estudiantes; pero que a juicio de muchos expertos es uno de los factores que
más incide en la baja calidad de nuestra educación. Es lo relacionado con el
“ME” en el cotidiano discurso de los profesores: “Me hacen esa plana” “Me
estudian esa lección” “Se Me aprenden esos cien verbos” “Señora, es que su niño
no Me estudia”. Esa aparentemente inofensiva palabra, reforzada con las
acciones asociadas a su incumplimiento, calan tan profundo en el alma infantil
que niñas y niños, después de un corto periodo de estar escuchándola, terminan
creyendo que están estudiando para el maestro o por una calificación, lo cual
descarta de plano la alegría de aprender. Lo peor es que el docente también
termina por creerlo.
En Colombia, de cien niñas y niños que ingresan al
preescolar, sólo un puñado de ellos logra su ingreso a la Universidad y
seguramente llegan bastante “tocados”, si a eso se le suma que ahora tendrán
que lidiar con las expectativas familiares con respecto a su futuro, la
estructura misma del nuevo claustro y un cúmulo de ansiedades más, no es
extraño que aparezca muy pronto, un fenómeno sobre el cual apenas se empieza a
hablar y a investigar y que en el argot universitario se conoce como: Estres Acádémico.
Se autoriza y se recomienda su copia y difusión por cualquier medio, siempre y cuando se cite el nombre del autor.
Gustavo López Gil
gulogi2@gmail.com
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