Desde hace rato vengo escribiendo en Face Book, "perlitas" acerca de esta, nuestra muy especial idiosincracia. Hoy me encontrè con este artìculo escrito por Luis Eduardo Quintero, que dice casi todo cuanto yo hubiera podido decir o escribir. Como sè que mis amigas y amigos, antes de iniciar la lectura miran la extensiòn del texto, le recortè las imàgenes
COLOMBIA; LA CULTURA DE LA
TRAMPA EN EL PAÍS DE LAS ABEJAS.
Por Luis
Eduardo Quintero el 8 de Septiembre 2013 5:28 PM
La gran mayoría de colombianos nos creemos
la última maravilla en la existencia. Vivimos gritando que somos inteligentes,
emprendedores, felices, 'echaos pa´lante' que nada nos queda grande y que no
escogimos nacer en Colombia, simplemente tuvimos suerte. Los colombianos nos
las sabemos todas, así esto signifique pasar por encima de los demás. Desde los
primeros años nos enseñan a ser competitivos, a ser los primeros en todo, a
lograr las mayores ganancias, pero poco o nulo nos hacen énfasis en los deberes
que tenemos como ciudadanos; como parte de un engranaje para que una sociedad
funcione. Esos deberes pasan a un segundo plano. Al cuarto de lo innecesario
para ser exitoso. De buenas yo, de malas usted.
La mal llamada malicia indígena. Y mal
llamada así porque nuestros antepasados indígenas eran nobles y trabajaban en
equipo para construir en común. ¿Pero adivinen quién llegó? La conquista
española.
Parece ser que el gen maldito de la viveza
viene de ahí. Desde cuando nuestros queridos amigos españoles de esa época, con
sus monarcas y sus métodos no tan santos impregnaron esta maldita maña sobre
nuestros indígenas. Eran tan nobles y queridos nuestros ancestros que los
españoles no tuvieron ningún problema en aprovecharse de ellos. Lo más
decepcionante es que cuando Colombia se independizó del yugo español, quienes
quedaron en el gobierno de la nación ¡¡¡continuaron haciendo lo mismo que tanto
criticaron!!! Y 200 años después así seguimos.
Quien porta ese gen y lo desarrolla ni
se entera. Cree que su actuación en sociedad es brillante y debe ser aplaudida.
De hecho, hay quienes celebran este tipo de comportamientos.
· La firma de abogados logró hacerle el quite a la ley
para apoderarse de baldíos de la nación y engañar al Estado ¡Qué abogados tan
brillantes!
· El abogado que tumbó a la viuda y aun así logró ser
magistrado. ¡Qué ingenioso!
· El tino Asprilla vende sus bienes o los traspasa para
evitar una demanda por alimentos. ¡Te amamos, Tino!
· Hijos de políticos que usan sus influencias en el
gobierno para montar empresas y realizar grandes negocios. ¡Bravo! ¡Qué ejemplo
de emprendimiento!
PAÍS DE ABEJORROS.
Ese destructivo gen viene en el
organismo de todo colombiano. La diferencia es que algunos pocos han aprendido
a controlarlo porque oportunidades para ser avivato en el país hay miles y
miles. Todos los días en el acontecer laboral, en las relaciones con los demás,
en el tráfico en la oficina, en los negocios.
Los ejemplos abundan a nivel personal:
·
Mucho pendejo este
cajero que no me cobró unos productos.
·
Aquí suavecito voy
haciendo doble fila con mi carro para girar. Eso nadie se da cuenta.
·
Me hago el dormido en
el bus para no cederle el puesto a una mujer en estado de embarazo o a un
adulto mayor.
·
Seguro si me parqueo
en el espacio para personas con discapacidad física del Centro Comercial, nadie
lo notará.
·
Haré en el carro
este cruce prohibido para ahorrarme el trancón. Espero que no haya un policía
cerca. Pero si me roban el celular, gritaré ¿Dónde está la policía?
PAÍS DE 'DE MALAS POR BOBO'.
Y en la historia colombiana grandes
avivatos han llegado a las altas esferas del poder público y privado a través
de triquiñuelas. Y ahí siguen porque son tan vivos que saben cómo hacerle el
quite a la ley, cómo diseñar la trampita, cómo engañar al inocente, cómo
atornillarse en el poder. ¡Voten por mí!
Porque ser vivo paga, y paga muy bien. ¡Ay
qué orgulloso me siento de ser buen colombiano!
Nos inundó la cultura de la trampa. De
la trampa legal o ilegal. La que sirva. La trampa más rápida y efectiva. No importa
si usted un colombiano del común, o un funcionario público.
Hoy los tenemos de magistrados,
presidentes, senadores, concejales, presidentes de empresas, autoridades de
fuerza pública y millones en el diario vivir. Ese tramposito que se aprovecha
del inocente, del noble, del que quiere hacer las cosas correctamente.
En lugar de pensar y construir
colectivamente esta sociedad y elevar el grado de capital social para avanzar
como nación, nos enfocamos en cómo aprovecharnos de la menor debilidad de los
demás para ganarles. Campeones de la trampita. Del todo vale.
PAÍS DE 'PSEUDOAVISPADOS'
La pregunta es ¿nos ha servido ser
vivos? Les ha servido seguramente a los avivatos, porque en Colombia pareciera
que la ley está hecha para defender a quien la viola, que a quien la cumple.
Lo que no entienden estos abejorros, y
seguramente nunca lo entenderán, es que esas pequeñas actitudes, desde colarse
en una fila hasta parquearse cinco minuticos en plena avenida y en hora pico,
ocasionan un detrimento como sociedad. El individualismo que destroza los
países.
Y si usted lo hace y cree que nadie hace
nada, tenga la seguridad de que se equivoca. Muchos lo están insultando
mentalmente, pero no se lo dicen. Porque vaya usted reclámele a otro un
comportamiento ciudadano ejemplar. Llega el insulto, la patada, el puñal o el
disparo en la frente.
UNA FÀBULA CORTA
Cuenta la fábula que un colombiano
inventó la máquina para viajar en el tiempo. Lo primero que hizo fue regresar
varios siglos atrás a encontrar el primer colombiano que intentó colarse en una
fila. Lo mató. Una vez regresó al presente, Colombia era una de las potencias
más desarrolladas del mundo.
¡Qué lejos estamos!
Nota: Ninguna abeja o abejorro real
fueron maltratados al escribir este artículo. Y me disculpo por comparar a
semejante animal tan productivo, trabajador y colaborador con su colmena, con
semejantes avivatos colombianos que pululan en el país.
Sobre el autor de este artìculo:LuisÉ Quintero
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